Pastel de queso blanco, frutos rojos y chocolate blanco

Si queréis dejar a vuestros comensales con la boca abierta este es el pastel que necesitáis. Además de sabroso es muy fácil de hacer.

INGREDIENTES  (4/6 porciones) :

500 gramos de queso blanco (tipo Burgos, requesón o similar, sin sal)
300 gramos de frambuesas frescas o congeladas, o de fresones cortados a trozos
100 gramos de chocolate blanco (una tableta, más o menos)
100 gramos de azúcar 
2 cucharadas de azúcar vainillado
2 huevos grandes (XL)
3 cucharadas de harina de maíz (maizena), a utilizar como espesante
Zumo de medio limón
Mantequilla
Un poco de harina blanca de trigo
Un pellizco de sal

En primer lugar vamos a hacer pepitas con el chocolate blanco simplemente  machacando brevemente la tableta en un mortero. No debe hacerse "harina" sino simplemente romperse en trocitos.

A continuación separamos las yemas de las claras, reservando estas últimas.

En un bol mezclamos el queso blanco, las yemas, el azúcar, la harina de maíz (o almidón, lo que sea más facil de encontrar) y el jugo de medio limón. Batimos bien con las varillas y reservamos.

Ahora vamos a poner al punto de nieve las claras en un bol aparte. Para ello vertemos un pellizco de sal y unas gotas de limón. Batimos con fuerza hasta que las claras se monten fuertes - es decir, que al girar el bol no caigan.

Rebozamos ligeramente las frambuesas o fresas en un poco de harina de trigo. Esto es un truco para evitar que se vayan al fondo del pastel.

Añadimos a mezcla de yemas y queso blanco la fruta y las piezas de chocolate, removiendo bien. Finalmente añadimos las claras montadas mezclando suavemente para que no se pierda el aire.

Engrasamos con matequilla el interior de un molde de pastel de 22 cm de diámetro y luego espolvoreamos un poco de harina de trigo para que resulte fácil desmoldar.

Vertemos la masa e introducimos en un horno precalentado a 180 grados. Dejamos durante 45 minutos exactos (comprobáis antes de sacar que al hundir un palillo sale completamente seco).

Se deja enfriar a temperatura ambiente y luego directo al frigorífico.

Si queréis hacerlo todavía más simple, batid los huevos tal cual sin separar yemas de claras. Quedará un tanto más compacto pero igual de sabroso.

Un pastel de los que no se olvidan.