Tarta Pavlova

Esta tarta parece ser que nació en Nueva Zelanda como homenaje a la bailarina de ballet Anna Pávlova. Pávlova visitó Australia y Nueva Zelanda a principios del siglo pasado. Debió ser tanta la agitación que causó la rusa que alguien anónimo decidió conmemorar el evento inventando un postre con elementos ya inventados. No era extraño en aquella época realizar comidas o postres conmemorativos para agasajar a los personajes ilustres que visitaban países extranjeros. Por extraña coincidencia los dos más populares que han sobrevivido - el postre Melba y Pavlova - tienen alguna relación con las tierras australes ya que el Peche Melba fue creado en Londres por el chef Escoffier como homenaje a la cantante de ópera australiana Nellie Melba.

Si bien el Peche Melba cada vez es más difícil encontrarlo en las cartas de los restaurantes la tarta pavlova sigue siendo muy popular en Australia y Nueva Zelanda.

La tarta se compone de tres capas. La primera es una base de merengue crujiente por fuera y tierna por dentro. La segunda se compone de nata montada y la tercera la forma fruta - generalmente frutos rojos, aunque también puede ser fruta en almíbar de cualquier tipo - que se dispone por encima a modo de decoración.

Lo más difícil de hacer es el merengue pero si seguís mis instrucciones no tendréis problema alguno.

INGREDIENTES :

Para el merengue :

4 claras de huevo
250 gramos de azúcar glass impalpable

Para la nata montada :

200 ml (un vaso) de nata para montar
2 cucharadas de azúcar glass

Para la fruta :

Fruta fresca, preferiblemente roja (fresas, grosellas, frambuesas etc) o fruta en almíbar (melocotón, piña etc)



En un bol vertéis las claras con un pellizco muy pequeño de sal y un par de gotas de zumo de limón. A mano, nunca con la batidora, montar las claras a la mayor velocidad que os permita el brazo.

Cuando las claras estén firmes, NUNCA ANTES, añadir el azúcar glass y batir para que mezcle. Hacedlo suavemente porque un exceso de batido una vez ya se ha alcanzado la firmeza puede bajar la masa (perder aire).

Si tenéis una manga pastelera la cargáis con la mezcla y la metéis en un molde para tartas (una de esas desechables). Si no la tenéis emplead una cuchara.

Lleváis los merengues al horno FRÍO (NADA DE PRECALENTAR) y colocáis la temperatura a 130 grados durante una hora.

No se os ocurra abrir la puerta del horno antes de tiempo, porque se aplastarían. Y tampoco se os ocurra guardar el merengue en la nevera PORQUE NO NECESITAN REFRIGERACIÓN. Es más, si los metéis en el frigorífico se estropearía.

El merengue aguanta bastante bien, así que podéis hacerlo con anterioridad. Basta con que tenga algo de frío (dejadlo sobre hielo o en un lugar fresco de la casa).

La tarta se monta justo antes de servirla. Si se hiciera antes el peso de la nata y de la fruta, aparte de la humedad que aportan, podrían arruinarla. Primero hemos de montar la nata. Como en el caso del merengue la batimos con fuerza hasta que toma consistencia y en ese momento añadimos el azúcar glass. La nata se distribuye por encima del merengue.

A continuación se colocan las frutas rojas o en almíbar y listo para consumir.

Uno de esos postres que dejan a los invitados con la boca abierta.