Adicción a las berenjenas de Almagro

Si estáis esperando un artículo racional y científico de la berenjena de Almagro váis listos. Porque confieso que soy un adicto a la berenjena de Almagro y mi relación con ella es puramente pasional. A pesar de que me maltrate. No me resulta fácil conseguirla. Por alguna razón ha ido desapareciendo de los anaqueles de mis supermercados que prefieren las marcas blancas de encurtidos sin corazón. Tal vez no tienen demanda, al menos por la zona de Barcelona. Lo que hace la ignorancia.
Las descubrí siendo muy joven. Recuerdo que mi madre compró una lata por equivocación. Al primer bocado - con cierta prevención, son bastante feas, todo hay que decirlo - descubrí un sabor entre ácido y amargo que hace poco supe se debía a la fermentación láctica que se practica con ellas y que me dejó abrumado. A partir de ese momento pensé que era un producto único, que tenía un sabor inigualable. Podéis decir que estoy zumbado, pero estoy seguro que si en el extranjero se conociera mucho mejor se generarían pasiones aún más encendidas. Imaginaos que en la famosa Wikipedia sólo existe en idioma español. Es el aperitivo ideal, el que realmente abre el apetito desde la ligera amargor. Tal y como debe ser un aperitivo. Despierta el hambre por ella y para los alimentos que la siguen.
Durante mucho tiempo creía que era el único enamorado de esta hortaliza diminuta y sabrosa, autóctona y exclusiva del Campo de Calatrava. Un extraño al que nadie comprendía. Hasta que conocí a un valenciano durante el servicio militar con la misma adicción al que sorprendí una vez abocado en extasis sobre una lata de berenjenas a las que cazaba por el rabo dentro del aliño. Estabamos convencidos de que era el mejor encurtido y yo al menos, sigo pensando lo mismo. Supongo que somos miles. Y tú, ¿que piensas de las berenjenas de Almagro? Si no la conocéis os las recomiendo fervientemente, merecen la pena. Ah, y aclaro que éste no es un artículo publicitario. Una loa así no la haría ni por el jamón de Jabugo.